Cavidad bucal.
La cavidad bucal y más la faringe y las branquias respiratorias tienen gran importancia en la evolución de las especies.
La boca evolutivamente se va modificando en función del tipo de alimentación. La faringe se convierte en encrucijada aerodigestiva en el momento en que la escala animal adopta la gran transición de una respiración acuática a una aérea y las branquias van desapareciendo, formándose a través de ellas una serie de órganos óticos, respiratorios y glandulares.
Las diferentes partes de la boca, no solo dentro de cada clase, sino entre los individuos de una misma familia, presentan diferencias considerables.
La cavidad externa, o estomodeo, derivada del ectodermo y la faringe es de origen endodérmico. Ambas están inicialmente separadas por una membrana faríngea, que desaparece para formar la boca definitiva.
Los peces placodermos poseían una mandíbula desarrollada a partir del primer arco branquial, un esbozo de lengua y un orificio nasal sin comunicación con la boca. Respiraban por medio de branquias.
El techo de la boca, o paladar, aparecerá a partir de los anfibios. La apertura de las coanas situadas en planos anteriores en los urodelos y anuros, van avanzando progresivamente en profundidad en los vertebrados superiores.
En cuanto a la mandíbula. los vertebrados más primitivos como los mixinoideos (mixina) y los pretomizóntidos (lampreas) son agnatos, es decir no poseen mandíbula. La aparición de la mandíbula ha sido posible por un cambio heterotípico de la regulación de un gen. La forma mandibulada más antigua es la euautostílica que estuvo presente en los peces primitivos placodermos y acantodos, en la cual el arco mandibular se une al cráneo sin la ayuda del arco hioideo.