• Anamnesis.
  • Sintomatología.
  • Exploración.
 
    ANAMNESIS.
 
   En pocas especialidades médicas la historia clínica es tan rentable como en alergología, pues prácticamente por si sola puede conducir al diagnóstico, de modo que las pruebas complementarias sólo se realicen para corroborar el diagnóstico de sospecha. Tres variables bien conocidas van a determinar el síndrome clínico: niveles de IgE específica frente al alergeno, vía de entrada y dosis de alergeno.
   El objetivo de la anamnesis será obtener la máxima información posible del proceso patológico que sufre el enfermo, lo que exige una anamnesis completa y detallada, siendo de sumo interés que oriente hacia cuales son los factores etiológicos precipitantes de la RA. Primeramente se permite al paciente expresar sus quejas con respecto a su padecimiento de forma espontánea y luego se dirige el interrogatorio de forma estructurada.
   Debe de dirigirse sobre los siguientes puntos:
  • Inicio de la sintomatología.
  • Antecedentes familiares y personales. Existencia de atopia en la familia.
  • Factores medio-ambientales: domicilio, escuela, ambiente de trabajo. Medio socio-económico. Localización geográfica.
  • Evolución temporal de los síntomas: frecuencia y duración de los mismos,  estacionalidad….
  • Tipo e intensidad de cada síntoma. Grado de afectación en la calidad de vida.
  • Factores precipitantes: se han de diferenciar alergenos de factores irritantes como polvo, humo, gases, olores fuertes y condiciones climáticas.
  • Factores asociados: enfermedades sistémicas o locales, infecciones y medicación.
  • Síntomas oculares: irritación ocular, lagrimeo, etc.
  • Sintomatología extra nasal de enfermedades concomitantes como son la conjuntivitis o el asma: tos irritativa, disnea, expectoración, mala tolerancia al esfuerzo que pueden ser expresión de asma leve que puede pasar desapercibido, prurito ocular.
  • Finalmente se ha de interrogar sobre otros posibles síntomas asociados que podrían orientar el diagnóstico hacia otro proceso patológico: cefalea, dolor facial, epistaxis, hipoacusia, otalgia, adenopatías cervicales, molestias faríngeas, disfonía, etc.
  
   SINTOMATOLOGÍA.
   La clínica puede comenzar a cualquier edad, habiendo datos que apuntan a un inicio en edades cada vez más tempranas. Habitualmente lo hace durante la niñez y adolescencia. A veces el problema desaparece al cabo de 3 o 4 años, haciéndolo la mayoría de los casos al llegar la edad media la vida y algunos, menos frecuentes, al llegar a la vejez. La remisión es más temprana y probable, cuanto más leve es la sintomatología y en general tiene una evolución fluctuante dependiendo del contacto con el alergeno. Desaparecida la clínica pueden persistir unas pruebas cutáneas positivas.
   Sexo: cuando aparece antes de los 10 años, es más frecuente que lo haga en varones y cuando aparece entre 10 y 20 años, es más frecuente su aparición en sexo femenino.
   La crisis típica, como norma general, se desencadena a los 5-15 minutos de haberse producido la exposición al alérgeno, si bien puede hacerlo al cabo de varias horas en caso de pneumoalergenos, y de 24 a 48 horas en caso de RA alimentaria. En el interrogatorio los paciente no siempre reconocen la relación de la sintomatología con al exposición a un alergeno e incluso insisten en que se trata de un simple catarro. La clínica puede ser muy anodina, sin ser en absoluto típica, no diferenciándose para nada de la de otras rinopatías.
   Sexo: cuando aparece antes de los 10 años, es más frecuente que lo haga en varones y cuando aparece entre 10 y 20 años, es más frecuente su aparición en sexo femenino.
   La crisis típica, como norma general, se desencadena a los 5-15 minutos de haberse producido la exposición al alérgeno, si bien puede hacerlo al cabo de varias horas en caso de pneumoalergenos, y de 24 a 48 horas en caso de RA alimentaria. En el interrogatorio los paciente no siempre reconocen la relación de la sintomatología con al exposición a un alergeno e incluso insisten en que se trata de un simple catarro. La clínica puede ser muy anodina, sin ser en absoluto típica, no diferenciándose para nada de la de otras rinopatías.